La ley de Moore expresa que aproximadamente cada dos años se duplica el número de transistores en un circuito integrado. A pesar de que la ley originalmente fue formulada para establecer que la duplicación se realizaría cada año, posteriormente Moore redefinió su ley y amplió el periodo a dos años. Se trata de una ley empírica, formulada por el cofundador de Intel, Gordon E. Moore, el 19 de abril de 1965, cuyo cumplimiento se ha podido constatar hasta hoy.
Tres años antes de ser el cofundador de Intel, Gordon Moore hizo la observación de que los transistores –los componentes fundamentales del microprocesador y de la era digital– disminuirían sus costos y aumentarían su rendimiento a un ritmo exponencial. Ni siquiera imaginaba él que en 1965 había tenido una idea que cambiaría al mundo, que sería conocida como la “Ley de Moore”, y que conduciría durante –al menos- la mitad del próximo siglo a un proceso tecnológico transformador.
Muchos dispositivos que la gente usa a diario funcionan con microprocesadores constituidos por transistores. A medida que estos dispositivos han reducido drásticamente los costos y han aumentado en rendimiento y eficacia energética, gracias a la Ley de Moore, se han convertido en una parte indispensable de nuestras vidas. Teléfonos y relojes se han vuelto inteligentes, y los coches se han convertido en computadoras itinerantes.
Si un teléfono Android basado en Intel se fabricara utilizando la tecnología de 1971, sólo el microprocesador del teléfono sería del tamaño de un estacionamiento. Intente tomarse una Selfie con eso.
Comparado al primer microprocesador de Intel, el Intel 4004, los procesadores de 14 nm de hoy ofrecen 3.500 veces el rendimiento, a 90.000 veces la eficacia energética y en 1/60 milésimos el costo.
La Ley de Moore es una aspiración, no una ley de la naturaleza. Y ha sido posible gracias a un ejército de personas, empujando a las leyes fundamentales de la física. Hoy en día, las fábricas de Intel producen más de 10 mil millones de transistores cada segundo, lo que impulsa a los dispositivos impresionantes que satisfacen las necesidades de miles de millones de personas en todo el mundo.
Los primeros transistores semiconductores eran del tamaño de una goma de borrar de la punta de un lápiz. Como resultado de la Ley de Moore, más de seis millones de transistores tri-gate de hoy podrían caber en el punto final de esta frase. Los transistores de hoy son invisibles a simple vista. Para ver un único transistor, tendría que ampliar un único chip al tamaño de una casa.
Hoy en día, el espíritu dominante de la innovación desatada por la Ley de Moore continúa transformando no sólo la industria de la tecnología, sino el mundo. Creadores jóvenes, inventores deseosos, científicos y médicos ambiciosos, entre otros muchos otros aspirantes, seguirán asombrando al mundo con ideas y avances que hoy ni siquiera podemos imaginar.