El robo de identidad se ha convertido en una preocupante amenaza y, sorprendentemente, los más pequeños podrían ser los más vulnerables. Según la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos, los ciberdelincuentes suelen dirigirse a los niños, aprovechándose de su historial crediticio impecable y la posibilidad de que el robo pase desapercibido durante mucho tiempo. ESET, advierte que esta situación podría acarrear dificultades financieras en el futuro de niños y niñas, y recomienda a padres, madres y tutores a asumir el papel de protectores frente al robo de identidad y fraude.
Mediante la iniciativa Digipadres, que busca acompañar a madres, padres y docentes en el cuidado de los niños en Internet con el fin de generar conciencia acerca de riesgos y amenazas en el mundo digital, Eset explora los efectos del robo de identidad infantil y ofrece una fórmula preventiva.
Algunos de los efectos del robo de identidad infantil podrían ser:
1.- Caos crediticio. El cibercriminal podría usar la identidad del menor para abrir líneas de crédito, pedir dinero prestado o acumular deudas considerables, dejándolo con una mala calificación crediticia. Esta situación a su vez podría afectar su capacidad para solicitar préstamos o hipotecas en la vida adulta.
2.- Antecedentes penales. En algunos casos, el ladrón podría utilizar la identidad robada para llevar a cabo actividades ilegales, lo que podría generarle al niño antecedentes penales.
3.- Impacto en el empleo. Un historial crediticio dañado puede influir en futuras oportunidades laborales del niño, ya que algunos empleadores realizan comprobaciones de crédito como parte de su proceso de contratación.
4.- Daño emocional. Descubrir un robo de identidad puede causar mucha preocupación y estrés tanto al menor como a su familia.
Existen medidas que se pueden tomar para asegurar la protección tanto del mundo online como de la identidad de los más chicos. Eset comparte una lista de medidas prácticas para tener en cuenta:
Mantener los secretos en secreto. Asegurarse de guardar bajo llave los documentos confidenciales, como certificados de nacimiento y tarjetas de seguridad social de los menores. Además, tener precaución al proporcionar sus datos personales, y hacerlo solo cuando sea absolutamente necesario.
Educar a los niños. Asegurarse de que conozcan la importancia de la privacidad y los riesgos de compartir información personal. Esto incluye tener buenos modales en Internet, detectar estafas de suplantación de identidad y comprender el peligro de entablar conversaciones con desconocidos.
Supervisar la red. Acompañar el uso que los niños hacen de Internet y asegurarse de que sean cautelosos con lo que publican. Configurar adecuadamente la privacidad en las redes sociales para proteger su identidad.
Verificar el crédito de los más pequeños. Los niños no deberían tener un informe de crédito a menos que se haya abierto una cuenta a su nombre. Revisar periódicamente el informe crediticio de los menores para asegurarte de que no haya cuentas fraudulentas.
Software de seguridad. Garantizar que los dispositivos estén protegidos con un software de seguridad confiable y que incluya actualizaciones periódicas, esto es clave para protegerse frente a nuevas amenazas.
Control Parental. En el caso de los más pequeños también se puede recurrir a una solución de control parental en dispositivos y aplicaciones para mantener su información segura y protegida.
“Si bien los más chicos pueden ser expertos en tecnología, su inocencia los hace vulnerables a convertirse en objetivos de los delincuentes online. Así como les enseñamos a atarse los cordones de los zapatos, también debemos enseñarles a proteger su identidad en Internet. Hablar con ellos sobre la diferencia de la información pública y privada, y qué datos evitar exponer en las redes, es un hábito que es bueno adquirir y, a su vez, genera un espacio de confianza que permitirá que nos comenten cuando están frente a una situación nueva o complicada en la red”, comenta Camilo Gutiérrez Amaya, jefe del Laboratorio de Investigación de ESET Latinoamérica.