La Inteligencia Artificial (IA) ha logrado en poco tiempo expandirse en todos los ámbitos de la vida digital. La creciente dependencia de empresas y organizaciones en la tecnología para sus operaciones diarias, ha generado la vulnerabilidad de los ciberataques, así como el uso de las nuevas tecnologías, para afianzar la ciberdelincuencia.
Según un reciente estudio de la Policía Nacional, se ha detectado un 150%, en denuncias por estafas digitales y robos perpetrados a través de plataformas. Además, se ha registrado un promedio de más de cinco casos de cibercrimen por hora. Estos datos llaman la atención, para de manera urgente se implementen medidas de ciberseguridad alineadas con los avances tecnológicos.
La IA y el aprendizaje automático se han convertido en aliados sustanciales en la lucha contra las ciberamenazas. La capacidad para analizar el tráfico de red, permite detectar vulnerabilidades y alertar a los profesionales de la ciberseguridad. La IA puede procesar grandes volúmenes de datos en busca de posibles amenazas, incluso aquellas que podrían pasar desapercibidas para los analistas humanos. La IA se presenta como un elemento valioso para mejorar la eficiencia de las operaciones de ciberseguridad.
De acuerdo a Orlando Perea, Gerente General de Noventiq Perú, “A pesar de los avances que la inteligencia artificial (IA) ha brindado al campo de la ciberseguridad, emerge un panorama complejo y desafiante. La automatización inherente a la IA, si bien optimiza los procesos de defensa digital, también sirve como catalizador para la evolución de amenazas cibernéticas desde las más sutiles hasta las más peligrosas. Esta sofisticación se traduce en la creación de ataques de phishing de mayor autenticidad, la producción de malware de alta calidad. A su vez, la proliferación de deepfakes, vídeos falsos generados por algoritmos de aprendizaje profundo, plantea una amenaza existencial al tejido mismo de la confianza social, e incluso más allá de estos desafíos técnicos, la IA enfrenta cuestionamientos éticos, como el riesgo de sesgo en los datos de entrenamiento hasta la posibilidad de toma de decisiones autónomas sin supervisión humana.”
La IA puede ser buena o mala en la ciberseguridad. La importancia de utilizar estas tecnologías de manera responsable y ética se convierte en una tarea valiosa y fundamental. La IA puede ser una herramienta poderosa para protegerse de las amenazas digitales, pero también puede ser empleada para fines maliciosos.
“El pleno uso de la Inteligencia Artificial, en la ciberseguridad exige un compromiso, tanto de empresas como de entidades estatales, cuyo rol adquiere una relevancia crucial. Esto implica colaborar con profesionales experimentados en ciberseguridad que dominen los sistemas de IA, además de establecer políticas robustas para regular el uso de esta tecnología”.